Hace tiempo que el niño se separo de sus padres, entre la multitud, se perdió, y se agarró de la mano de la primera desconocida a la que pudo agarrar. Esta, por pura compasión, no encontró el modo soltar su manita. Han pasado quince años, y aunque el niño se ha convertido en un adolescente un poco rebelde, ya es capaz de mirar a los ojos de la mujer y llamarla mama sin sentirse incomodo por la mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario