ATENCIÓN

ATENCIÓN: la percepción requiere participación

sábado, 24 de septiembre de 2011

DISPARO

El hombre me encañona con el arma y me obliga a cavar. Yo grito, le imploro que me deje, le pregunto por qué me hace esto. Pero él hace caso omiso a todo cuanto le digo y me hace entender que si no trabajo me meterá una bala en la cabeza. Así que decido hacerlo. Cavo. Al menos con este tedioso trabajo postergo ese último momento, el sonido atronador de una pistola escupiendo plomo y pólvora. Mientras saco tierra del hoyo mis pensamientos vuelan rápido. Primero pienso en lo cruel que es obligar a un hombre cavar su propia tumba. Nadie debería hacerlo. Luego pienso en los motivos que empujan a un hombre a poner punto y final en la vida de otro hombre. Después pienso y trato de encontrar sin éxito los motivos que me han llevado a esta situación. Por último pienso en lo costoso que es hacer un agujero en el suelo duro, en el medio de la nada. Llevo largo rato trabajando y cavando y el hombre me dice que ya basta. Sigue apuntándome. Me dice que salga del agujero. Yo lo hago, y una vez fuera cierro los ojos y espero el sonido que precede a la muerte. Suena el disparo, y luego escucho un ruído sordo. Cuando abro los ojos comprendo lo que ha ocurrido. El hombre se ha disparado en la sien y ha caído redondo dentro del agujero, ya muerto, como si esta complicada acción hubiera sido ensayada al menos mil veces. Ahora debo cubrir el agujero. Resignado tomo las herramientas y empiezo a trabajar de nuevo.

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