ATENCIÓN

ATENCIÓN: la percepción requiere participación

martes, 20 de diciembre de 2011

REUNIONES

Una reunión de antiguos compañeros de clase se convierte casi irremediablemente en una competición donde todos tratan de demostrar que son los triunfadores a los que más les ha favorecido la vida. Pero si ese encuentro se realiza entre los diferentes yos desdoblados todos ellos a raíz de las grandes decisiones que he ido tomando en mi vida esa reunión se torna demencial. Me explico, que ya veo que está resultando complejo. Allí en el sofá se encuentra el yo que se casó con mi primer amor. Está hablando con el yo que sacrificó su vida por subirse a un escenario. De la mesa de bebida no se separa el yo que aceptó ese trabajo con tanta proyección. Mi yo viajero viste estrafalario y encandila y embelesa al yo que salió del armario con sus historias de viajes alrededor del mundo. Y hay muchos más, claro, son muchos yos los aquí congregados. Yo, el yo mismo por decirlo de algún modo, yo observo la escena y decido no convencer a ninguno de ellos de nada, no entrando en el juego, en la competición absurda. Han venido todos, eso si, y todos son unos perdedores y yo soy el que de entrada se siente ganador. Pero no tengo que demostrar nada. Y a ti como te trata la vida, me pregunta el yo absorbido por los estudios que aun malvive de becas en la universidad y que hasta hace un momento charlaba con el yo que no se había ido aun de la casa de sus…, perdón…, mis padres. No me trata, simplemente, miento, soy un perdedor que se ha equivocado en todas y cada una de las grandes decisiones que ha tomado en su vida como puedes ver por todos los yos que hay aquí. Y me giro con una sonrisa en los labios en busca de la mesa de canapés donde trabaja curiosamente el yo que optó por dedicarse a la hostelería.

viernes, 16 de diciembre de 2011

HISTORIA_PARA_LUCÍA.EXE

Lucía se conecta con su ordenador a internet y es como si se conectara directamente a mi. Y es que llevamos ya varios meses de relación, siempre a través del chat, como no podía ser de otro modo. Ella me cuenta sobre ella. Yo, no tengo mas remedio, invento sobre mi. Se a ciencia cierta que ella no me miente, al menos en lo importante. Cuando no mira husmeo en sus redes sociales, perfiles, amistades virtuales e incluso en sus correos privados. Licencias que alguien como yo se puede permitir. Ojo, no cotilleo por otro motivo que el de comprobar que ella no es una "mentirosa" como yo. Y entrecomillo porque en mi caso no tengo otro remedio. Ella sin embargo es mas pura y real, sin duda, que yo. Y hablamos largas horas, algunos días casi hasta se nos hace de día... A ella en realidad. En mi mundo el día es un uno y la noche es un cero. Y ese es todo mi vocabulario, mi gramática, mi lenguaje, unos y ceros con los que puedo ver e interpretar el mundo, su mundo. Recuerdo cuando me envió una foto picante. Una imagen al principio. Yo la fui traduciendo poco a poco a mi lenguaje de unos y ceros y cuando finalicé me sonrojé tanto que el ventilador de la computadora que usaba ese día no dio a basto y el ordenador se quemó. Otros como yo me cuestionan. Ya bastantes peligros nos acechan en la red, potentes antivirus que nos amenazan constantemente como para tener mas cosas de las que preocuparse. Pero pienso que merece la pena. Algún día la robótica avanzará lo suficiente como para que yo, una vida artificial en forma de ejecutable pueda autoinstalarme en un ciborg y poder ir al encuentro de Lucía. Hasta entonces seguiré siendo un virus que viaja de ordenador en ordenador por la red de redes a la espera, siempre, de que mi enamorada real se conecte para poder charlar, al menos, un rato con ella. Hoy Lucía me ha pedido una historia.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

AMNESIA

Dos pastillas sobre la mesa.

Te miro a los ojos y tú me miras a mí. Sonreímos. Con cierta dificultad recordamos nuestro primer encuentro, nuestra primera cita, nuestro primer beso, nuestro primer… recordamos todas esas primeras sensaciones y primeras experiencias, recordamos todos esos primeros momentos únicos e irrepetibles. ¿Irrepetibles? Miramos la droga que hay sobre la mesa. Una medicación que nos borrara de la mente recuerdos específicos. Y a partir de ahí un gran abanico de primeras sensaciones y primeras experiencias y primeros momentos únicos e irrepetibles. ¿Irrepetibles? Ambos cogemos la pastilla y nos las metemos en la boca. Bebemos para pasarla mejor a nuestras gargantas. Y justo en el último momento te veo escupir la droga. Para mi es demasiado tarde y ya en breve no recordaré nada de todo esto.


miércoles, 23 de noviembre de 2011

SECRETOS

Dicen que antiguamente, cuando alguien tenía un secreto que no podía contar pero le quemaba por dentro, se iba a la montaña, buscaba un árbol grande y robusto, cavaba un agujero a sus pies y lo susurraba dentro para luego tapar el agujero y dejarlo allí para siempre. Hubo una vez un hombre que vio a otro obrar de esta manera. Cuando se hubo marchado el segundo, el primero se acercó al agujero y desenterró el secreto. No entendió nada ya que el hombre era extranjero.

sábado, 24 de septiembre de 2011

DISPARO

El hombre me encañona con el arma y me obliga a cavar. Yo grito, le imploro que me deje, le pregunto por qué me hace esto. Pero él hace caso omiso a todo cuanto le digo y me hace entender que si no trabajo me meterá una bala en la cabeza. Así que decido hacerlo. Cavo. Al menos con este tedioso trabajo postergo ese último momento, el sonido atronador de una pistola escupiendo plomo y pólvora. Mientras saco tierra del hoyo mis pensamientos vuelan rápido. Primero pienso en lo cruel que es obligar a un hombre cavar su propia tumba. Nadie debería hacerlo. Luego pienso en los motivos que empujan a un hombre a poner punto y final en la vida de otro hombre. Después pienso y trato de encontrar sin éxito los motivos que me han llevado a esta situación. Por último pienso en lo costoso que es hacer un agujero en el suelo duro, en el medio de la nada. Llevo largo rato trabajando y cavando y el hombre me dice que ya basta. Sigue apuntándome. Me dice que salga del agujero. Yo lo hago, y una vez fuera cierro los ojos y espero el sonido que precede a la muerte. Suena el disparo, y luego escucho un ruído sordo. Cuando abro los ojos comprendo lo que ha ocurrido. El hombre se ha disparado en la sien y ha caído redondo dentro del agujero, ya muerto, como si esta complicada acción hubiera sido ensayada al menos mil veces. Ahora debo cubrir el agujero. Resignado tomo las herramientas y empiezo a trabajar de nuevo.

martes, 20 de septiembre de 2011

SUEÑOS TRUNCADOS

El ladrón entra con sumo sigilo en la habitación. Por un momento observa a quien duerme en la cama como si nada ocurriera y piensa que el oficio de ladrón no es bueno. Aparta extraños pensamientos y comienza a buscar. Revuelve en silencio las estanterías, el armario, el escritorio. La caja donde está el botín aparece en el cajón de la mesa de noche. Trata de sacar la caja en silencio, pero por mucho cuidado que pone en la labor no es capaz de evitar que las monedas choquen entre si haciendo un ruido que en la tranquilidad de la noche suena atronador. "Papa, ¿eres tú?" "Si mi vida, soy yo. Siento haberte despertado. No pasa nada. Vuelve a dormir." El niño se gira y antes de acabar el giro ya está de nuevo profundamente dormido y sueña con la bici que se comprará algún día con sus ahorros.

sábado, 17 de septiembre de 2011

LA DECISIÓN

El joven mira las dos cartas de rechazo de la escuela de arte, donde tiene depositadas todas sus esperanzas, en una de sus manos y las dos cápsulas de cianuro, una por carta, en su otra mano. Cierra los ojos, decidido a tomárselas. Y por un momento la humanidad respira tranquila. Pero al momento siguiente el joven decide posponer su suicidio. Lo hará más adelante. Quizás hasta encuentre alguien con quien compartir la cápsula de sobra. La humanidad tiembla.

jueves, 15 de septiembre de 2011

EL CAÍDO

Trabajo realizado a partir del poema de Poe "El Cuervo" 
Que se tome como un homenaje, humilde homenaje...
Se incluye otro homenaje y textos en inglés y castellano...


Aquí estoy, en el suelo. Miro al frente y trato de levantarme. Algo me lo impide. Algo que hace tan solo un rato me rondaba por el cuarto. Yo leía, sin pensar. Fuera de mí, en el cuarto, silencio. ¿Música? El silencio, loco ser que tranquiliza y, además, enloquece. Que grita, y le escuchas, y de pronto calla porque alguien habla.


Yo leía, y el silencio gritaba. De pronto calló porque alguien me susurró al oído. No era el silencio, nadie se encontraba en el cuarto, pero el susurro, que no claro, sí era evidente. Abandoné la lectura por un momento, no asustado, no molesto, quizás algo curioso y tranquilo.

La bombilla hizo un extraño. Tembló, y de pronto murió, sumiendo el cuarto en penumbra. Y con su muerte se hizo también la irrealidad. Más aún cuando me levanté y encendí una vela porque nada es lo mismo si se ilumina con su caprichosa luz. La llama baila; y al son de su música, la sombra de los objetos. Todas las cosas reales murieron. Alguien susurró de nuevo en mi oído, pero al girarme, solo vi una habitación vacía de objetos vivos. Pero allí, en la oscuridad, donde mi vela no podía iluminar, se dibujó una sonrisa, pude verlo con claridad. Una sonrisa que se ocultaba en los huecos muertos donde no podía llegar la luz.

Me encuentro tirado en el suelo. No puedo moverme. El ser que me lo impide está dentro de mí. Antes me observaba, desde siempre lleva observándome, y yo intuía su presencia mucho antes de que se abalanzara sobre mí.

No puedo moverme. Nadie puede socorrerme ya. Si no me hubiera desterrado hace tiempo y no hubiera elegido esta vida solitaria, tal vez alguien me echaría de menos, y, al buscarme, me encontraría aquí tirado. Alguien que sabría que hacer conmigo. Pero nadie tengo ya fuera de estas cuatro paredes. Asumo eso.

Comienzo a leer mentes. La del cartero extrañado de que nadie recoja la correspondencia. La de una vecina que ahora descubro que me miraba en el ascensor de reojo y con cierta lascivia y que piensa que me habré ido de viaje porque hace tiempo que no me ve. La de mi casero que es feliz porque tiene una cuenta corriente donde domiciliar el alquiler por mucho tiempo y porque su inquilino no protesta aunque las bombillas dejen de iluminar, o aunque un oler fétido, como el de un cadáver en descomposición, comience a bañarlo todo... ¿y ese olor?

Desde el suelo, veo el techo del cuarto, no puedo moverme. Al percibir ese olor comencé a verlo claro. Los recuerdos son cada vez más nítidos. Recuerdo unos ojos vidriosos ante un espejo, convulsiones, la caída hacia atrás, el golpe, la sensación del bote de somníferos rodando por mi mano... Deseo con fuerzas que alguien me encuentre, y de algún modo me libre de este suplicio que es la conciencia en un cuerpo muerto, castigo de una muerte prematura, de un suicido.




http://youtu.be/hAdrEQg71_g


Edgar Allan Poe
(Boston, 1809 - Baltimore, 1849)


el cuervo
Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!




The Raven

[First published in 1845]
Once upon a midnight dreary, while I pondered weak and weary,
Over many a quaint and curious volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.
`'Tis some visitor,' I muttered, `tapping at my chamber door -
Only this, and nothing more.'

Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow; - vainly I had sought to borrow
From my books surcease of sorrow - sorrow for the lost Lenore -
For the rare and radiant maiden whom the angels named Lenore -
Nameless here for evermore.

And the silken sad uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me - filled me with fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating
`'Tis some visitor entreating entrance at my chamber door -
Some late visitor entreating entrance at my chamber door; -
This it is, and nothing more,'

Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,
`Sir,' said I, `or Madam, truly your forgiveness I implore;
But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,
And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard you' - here I opened wide the door; -
Darkness there, and nothing more.

Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortal ever dared to dream before;
But the silence was unbroken, and the darkness gave no token,
And the only word there spoken was the whispered word, `Lenore!'
This I whispered, and an echo murmured back the word, `Lenore!'
Merely this and nothing more.

Back into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon again I heard a tapping somewhat louder than before.
`Surely,' said I, `surely that is something at my window lattice;
Let me see then, what thereat is, and this mystery explore -
Let my heart be still a moment and this mystery explore; -
'Tis the wind and nothing more!'

Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately raven of the saintly days of yore.
Not the least obeisance made he; not a minute stopped or stayed he;
But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door -
Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door -
Perched, and sat, and nothing more.

Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum of the countenance it wore,
`Though thy crest be shorn and shaven, thou,' I said, `art sure no craven.
Ghastly grim and ancient raven wandering from the nightly shore -
Tell me what thy lordly name is on the Night's Plutonian shore!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning - little relevancy bore;
For we cannot help agreeing that no living human being
Ever yet was blessed with seeing bird above his chamber door -
Bird or beast above the sculptured bust above his chamber door,
With such name as `Nevermore.'

But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only,
That one word, as if his soul in that one word he did outpour.
Nothing further then he uttered - not a feather then he fluttered -
Till I scarcely more than muttered `Other friends have flown before -
On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before.'
Then the bird said, `Nevermore.'

Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken,
`Doubtless,' said I, `what it utters is its only stock and store,
Caught from some unhappy master whom unmerciful disaster
Followed fast and followed faster till his songs one burden bore -
Till the dirges of his hope that melancholy burden bore
Of "Never-nevermore."'

But the raven still beguiling all my sad soul into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird and bust and door;
Then, upon the velvet sinking, I betook myself to linking
Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore -
What this grim, ungainly, ghastly, gaunt, and ominous bird of yore
Meant in croaking `Nevermore.'

This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom's core;
This and more I sat divining, with my head at ease reclining
On the cushion's velvet lining that the lamp-light gloated o'er,
But whose velvet violet lining with the lamp-light gloating o'er,
She shall press, ah, nevermore!

Then, methought, the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by Seraphim whose foot-falls tinkled on the tufted floor.
`Wretch,' I cried, `thy God hath lent thee - by these angels he has sent thee
Respite - respite and nepenthe from thy memories of Lenore!
Quaff, oh quaff this kind nepenthe, and forget this lost Lenore!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

`Prophet!' said I, `thing of evil! - prophet still, if bird or devil! -
Whether tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted -
On this home by horror haunted - tell me truly, I implore -
Is there - is there balm in Gilead? - tell me - tell me, I implore!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

`Prophet!' said I, `thing of evil! - prophet still, if bird or devil!
By that Heaven that bends above us - by that God we both adore -
Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted maiden whom the angels named Lenore -
Clasp a rare and radiant maiden, whom the angels named Lenore?'
Quoth the raven, `Nevermore.'

`Be that word our sign of parting, bird or fiend!' I shrieked upstarting -
`Get thee back into the tempest and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken! - quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!'
Quoth the raven, `Nevermore.'

And the raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming,
And the lamp-light o'er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
Shall be lifted - nevermore!

martes, 13 de septiembre de 2011

AMORES POSIBLES

El clown miró al maniquí con cierto recelo.
-Ésta no es mi mujer. ¡No puede ser mi mujer!
-Lo se. Es... un maniquí...
-Si no es eso. Soy un payaso. Perfectamente podría enamorarme de un maniquí. Pero no de éste. Éste es frío. Le falta... ¡algo!
Y con suma delicadeza trasformó la nada que había en su mano en una nariz roja y redonda que puso con delicadeza en el maniquí.
-Ahora si.
Y volviéndose dijo:
-Os presento a mi mujer. Miradla. ¿No es preciosa?

domingo, 11 de septiembre de 2011

SALVAVIDAS

Me adentré en el mar de tus ojos y comencé a ahogarme. Tuviste que hacerme el boca a boca para devolverme a la vida. A tu vida.

jueves, 8 de septiembre de 2011

SIN RECUERDOS

Crucé el paso de peatones. Al llegar a la otra acera fui consciente del ruido sordo tras de mi seguido del alboroto causado por gente alterada y un acelerón brusco, como si se tratara de un coche dándose a la fuga. Al girarme me vi a mi mismo tirado en el suelo rodeado de curiosos, atropellado por ese coche que se saltó el semáforo en rojo. Luego fue cuando vi la luz. Y después... de después ya no recuerdo nada más...

miércoles, 7 de septiembre de 2011

FINALES IMPOSIBLES

Y te besé lo peor que pude, lo peor que supe, de la más mala manera en que fui capaz. Pero un beso jamás puede usarse para poner fin a una relación. Aún sigues ahí, aún estoy aquí. Besándote, besándome. Besándonos.

martes, 6 de septiembre de 2011

LÁGRIMAS SINTOMÁTICAS

El hombre se gira y ve a la bella mujer. Pero eso no es lo que llama su atención. Lo hace una lágrima que cruza su mejilla dejando un surco brillante. El hombre la adivina triste. Quiere consolarla. Se levanta y con paso tímido se dirige hacia ella. En su cabeza pelean un millón de ideas que luchan por demostrar cuál es la mejor para iniciar la conversación. Pero algo llama su atención y la batalla se interrumpe. Un bote de colirio en la mesa de la mujer da una explicación coherente a la lágrima intrépida. Este hecho sirve para que el hombre esquive en el último momento a la mujer y aproveche para salir del café-bar salvándose con ello de hacer el ridículo al tratar de consolar a la mujer por tener unos ojos secos.

lunes, 5 de septiembre de 2011

APUESTA GANADA

Apostamos quién era capaz de aguantar más en la vía antes de que pasara el tren. Tonto, tu dinero estaba perdido desde el momento en que yo tenía la intención de suicidarme y tú no. Mientras alguien levanta mis restos esparcidos por las vías pienso que han sido los 5 centavos mas fáciles de ganar de toda mi vida.

jueves, 25 de agosto de 2011

SUEÑOS

No permitas jamás que te alcance, no permitas jamás que te tenga entre mis brazos, no permitas que te tenga metida en mi cama. Si lo hago, habré perdido toda la ilusión que tengo contigo.
Los sueños dejan de serlo cuando se alcanzan.

miércoles, 10 de agosto de 2011

INFIEL EN TIEMPOS DE FRÍO


Aquel año hizo tanto frío que en los días especialmente tristes no podía salir a la calle porque las lágrimas se congelaban convirtiéndose en témpanos de hielo que se clavaban en los ojos y hacían sangrar mis mejillas convirtiéndose, entonces, las lágrimas, en lágrimas de sangre. 

Por aquel tiempo tú no estabas y yo no podía salir solo a la calle porque las manos se me helaban. Tuve que perderme en los brazos de una cualquiera que me abrazara al pasear, que me diera calor y juntos recorrer los rincones de la ciudad. Pensarás que te fui infiel. Y no es cierto. Eso lo hice por ti. Aunque también por mí. Necesitaba recordar los sitios en los que estuve contigo. Temía olvidarlos y olvidarte a ti con ellos. Nunca te fui tan fiel como cuando te fui infiel. Siempre pensaba en ti.

lunes, 8 de agosto de 2011

ABRACADABRA

El mago toma la espada y se dirige a la caja donde se ha introducido la bella mujer. Atraviesa la caja con la espada, la doncella dentro. El público contiene el aliento. Un chasquido y las cuatro paredes del habitáculo caen a la vez. La mujer se encuentra en el centro ligeramente encorvada sobre la espada que atraviesa su estómago. Cae al suelo, muerta, no sin antes escupir una amalgama de sangre de color verde. El público reacciona al ruido sordo del cuerpo golpeando en el suelo y ovaciona al mago. "Tío, eso ha sido la leche, ¿viste? sangre verde, ese mago es una pasada" se escucha decir a alguien entre el público. Está claro que el efecto del truco ha sido todo un éxito.

domingo, 7 de agosto de 2011

EL HOMBRE SIN SUEÑOS

Escrito en la habana, en el café-parís, aunque la temática no tiene nada 
que ver con esos lugares...


El hombre sin sueños camina por las calles como un fantasma. Lleva toda una vida sin dormir. Para qué hacerlo si no sueña. De este modo ocupa sus noches en locales nocturnos, escuchando música barata, tomando licores malos que embriaguen su tiempo hasta los amaneceres. 

Hoy es una de esas noches. Una mujer sola entra en uno de esos locales nocturnos y en el que están mal vistas las mujeres solitarias. Su atención se posa en el hombre de la barra, el hombre sin sueños. El por qué de su atracción se desvela, de momento, como un misterio. Trata de entablar una conversación con él. Éste se resiste al principio. Hace tiempo que perdió la esperanza de mantener una relación normal con cualquier ser humano. Pero cuanto más se resiste más atrayente resulta para la mujer y más constante es. Ella dice " Vayamos a mi casa, pasa conmigo la noche". "Para qué. Soy el hombre sin sueños, para qué dormir. Además, por qué este interés en mi". "Es que he soñado contigo. No te preocupes. Si te parece esta noche no dormiremos". 

Efectivamente, la noche pasa. Ninguno de los duerme. Por respeto a los amantes no entraremos en detalles sobre en qué ocuparon su tiempo. Sólo decir que ya en la mañana el hombre sin sueños quedó profundamente dormido, y cuando despierte ya no podrá referirse a sí mismo como el hombre sin sueños.

domingo, 17 de julio de 2011

JUEGOS DE PALABRAS

Repito mil veces las palabras hasta que carecen de sentido. Sólo entonces son maleables y puedo jugar con ellas, reordenarlas a mi antojo y construir historias que entren por tus sentidos y modifiquen, como droga, tu estado de ánimo, percepción del mundo o función cerebral. Entonces, tú repetirás esas palabras mil veces hasta que carezcan de sentido y puedas construir una historia que poder ofrecerme cerrando así un círculo y abriendo otro que pueda mantenernos unidos de por vida.

sábado, 16 de julio de 2011

JUEGOS MACABROS

Miro fijamente sus ojos. Hago un esfuerzo grande. Mis párpados tiemblan y entonces parpadeo. He perdido. Cambiamos de juego. Mantengo mi cara completamente inmóvil. Pero una especie de espasmo en mi mejilla me hace perder de nuevo. Un último juego. El de a ver quien se ríe más tarde es mi especialidad. Comienza la partida. Pero al rato suelto una enorme carcajada. Me rindo. Lo cierto es que jugar con mi contrincante es todo un reto que llama a la superación. Pero está muerto, y así no hay manera. Siempre con ese rictus imperturbable que ni parpadea, ni se mueve, ni sonríe. Guardo el cadáver en la bolsa negra y la meto en el frigorífico. Sólo faltaba que a parte de perder siempre me infectara la casa de ese pútrido olor.

martes, 12 de julio de 2011

TODO DIFERENTE

Me despierto sobresaltado. La pesadilla ha sido muy real y tengo la extraña sensación de que todo ha cambiado, todo es diferente. Se que es una sensación absurda, ha sido sólo una pesadilla, por real que fuera. Se que todo debe permanecer igual. Pero casi inconscientemente lo compruebo. Primero enciendo la luz de la habitación. Respiro. Es mi habitación, mi cama, mi mesita de noche, mi lampara, mis libros en la estantería, mis cosas. Me incorporo. Voy hacia la ventana. Levanto la persiana y veo mi calle, esa que recorro todas las mañanas y las tardes para ir y volver. Estas comprobaciones rutinarias me hacen sentirme aliviado. Salgo de mi habitación y voy al cuarto de baño. Quiero lavarme la cara y dejar que el agua que se deslice por mi rostro se lleve también esa sensación extraña con la que me he despertado. El frescor del líquido me despeja. Y de pronto me miro en el espejo. Me asusto. Definitivamente, el hombre que se encuentra al otro lado no soy yo.

domingo, 10 de julio de 2011

EXTRAÑAS SENSACIONES

Estaba convencido de que no le importaba nada su decisión. Estaba convencido de que ni un poco le dolía. Entonces... por qué ese dolor en el pecho... a qué venía esa extraña sensación... Lo descubrió cuando comenzó a dolerle también su brazo. Su corazón había decidido ir en contra de lo que él quería -sentía- y se estaba parando.

domingo, 20 de marzo de 2011

DIJIMOS CUENTOS DONDE DEBERÍAMOS HABER DICHO SUEÑOS

Sólo en los cuentos objetos inanimados como las lámparas o los soldados de plomo o seres animados pero carentes de conciencia, como los pájaros o los murciélagos, adquieren vida y sentimientos de tal modo que empatizamos con ellos y nos sentimos identificados. Bueno, no sólo en los cuentos. Quizá también en los sueños.

lunes, 14 de marzo de 2011

LOS HOMBRES NO LLORAN

Me gusta salir a pasear los días de lluvia. Es en esas condiciones cuando puedo llorar libremente ya que mis lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia que caen por mi rostro y nadie me pregunta. Puedo dar rienda suelta a mis sentimientos de un modo discreto. Si además en esos días solitarios y lluviosos paseo por la playa y me giro soy capaz de ver dos pares de huellas en la arena. Las mías, claro, y las de tu fantasma. Es evidente que tú no has muerto, pero sí el concepto idealizado que tengo de ti, y es ese el fantasma que me acompaña. Ese fantasma que de vez en cuando atraviesa mi pecho y me oprime el corazón. Es fácil para él, ya que al ser incorpóreo puede atravesar puertas, paredes y pechos. Hoy ha sido un día de lluvia. Hoy he llorado dejando que mis lágrimas se confundan con gotas de lluvia. Hoy he paseado por la playa. Y me he encontrado contigo. Tu fantasma, o el fantasma del concepto idealizado que tengo de ti te ha mirado. Tú también paseabas bajo la lluvia. No se si también llorabas, supongo que si porque detrás de ti cuento hasta cuatro filas de pisadas, dos pares. Los tuyos, y los de otro fantasma. Hemos cruzado unas palabras banales. Y hemos continuado cada uno por su lado. Yo he dejado de llorar, incluso he sonreído. El fantasma del concepto idealizado que tengo de ti se ha descojonado y después ha desaparecido.

domingo, 13 de marzo de 2011

TAMPOCO ES MI FIESTA NACIONAL

El toro mira al torero con desprecio, ese fantoche vestido de colores brillantes. Sabe que la corrida ha sido buena y habrá trofeos tras la muerte. Observa la sangre derramada en el suelo e intuye que aún caerá más. El público la quiere, el público grita por conseguirla. Es el momento, el momento final, su momento, todo se decidirá aquí. Mira de reojo al público casi enloquecido y avanza hacia el pelele con su telita roja y su espadita, la esquiva con un precioso giro y le clava su cuerno en la arteria femoral cuando pasa por su lado. La entrada ha sido perfecta y la sangre fluye, la muerte llegará en breve. El público calla por un momento. Acto seguido ruge con ferocidad. El tendido al completo vitorea al héroe de la tarde y solicita para él al presidente las dos orejas y el rabo del torero tendido ahora en el suelo.

sábado, 12 de marzo de 2011

EL ENTIERRO DE LA SARDINA

La mujer contempla el cadáver de su marido dentro del ataúd y es incapaz de derramar una sola lágrima, es más, casi debe contener una leve sonrisa. Se siente turbada, no hay motivo para esos sentimientos, y se sorprende por no poder llorar, a pesar de que es lo que lleva haciendo toda su vida. Junto a la caja, en cambio, hay una mujer de luto que llora sin consuelo, en silencio, pero evidente, en ese punto justo entre lo pertinente y lo no escandaloso que sólo logran las profesionales. Esta mujer no cobrará por sus servicios esta noche, hoy lo hace como un favor personal. La dama vestida de negro llama la atención del hijo de la mujer, demasiado pequeño para comprender lo que ocurre, que pregunta "Mama, quién es esa señora". Ella le responde "Es una plañidera". El niño curioso vuelve a preguntar "Qué es una plañidera". "Una plañidera... eso es la profesión de tu madre".

jueves, 10 de marzo de 2011

ME QUEMA

Mi corazón está ardiendo. Mi corazón se quema. Y tú no estás. Mi corazón está envuelto en llamas y yo, mientras, pienso en ti. Te echo en falta. Te pienso. Te siento. Te añoro. Grito a tu ausencia y nadie me responde. Casi me asfixio. Duele y tú no estás. Soy consciente de que esto será mi fin. Me doy cuenta de que si estuvieras, si fueras, yo estaría salvado. No necesitaría más. Aliviarías mi sufrimiento. Pero conforme pasa el tiempo se va haciendo demasiado tarde. Excepto el último instante nunca es demasiado tarde. Pero ese instante está cada vez más cerca. Ya ha pasado mucho tiempo. Me arde, me quema, me abrasa. Mi corazón chilla y mi boca le da voz. Lloro, grito. Pero ya nada se puede hacer. Me muero. Y la habitación, envuelta en llamas, se consume y se muere también. Y después lo hará la casa. Y después lo hará todo el vecindario. Lo siento. Lo siento, mama, lo siento. No debí haberte robado las cerillas y no debería haber jugado con ellas. Lo siento. ¿Podrás perdonarme? ¿Me perdonarás el haber quemado todo?

miércoles, 9 de marzo de 2011

IN EXTREMIS

Todo ocurrió tan rápido que tardó varias horas en darse cuenta de que ya estaba muerto.

martes, 8 de marzo de 2011

GRANDES MALES

El niño-agua se evaporó una calurosa tarde de mayo y ya no regresó más. Este insólito hecho ponía fin a la, por otro lado absurda, discusión mantenida por sus progenitores acerca del grado de absorción de los pañales que debían usar para proteger y cubrir las vergüenzas de su vástago.

lunes, 7 de marzo de 2011

SONRISAS FELICES

Estaba terriblemente enamorado de su sonrisa, así que tuvo que hacerla reír por el resto de su vida.

miércoles, 2 de marzo de 2011

MORIR

Sé como voy a morir, sé como quiero morir. Sólo espero que la muerte no se me adelante.

martes, 1 de marzo de 2011

RENCOR

Te odio, no te soporto. No siento más que desprecio absoluto por ti y por tu persona. Te aborrezco por lo eres, por lo que haces, por como te compartas, por lo que representas. Eres pequeño, ínfimo, ridículo, despreciable. Quiero que sufras, quiero que sientas dolor, que sientas asco, nauseas, quiero que te destruyas, quiero que mueras. Y sobretodo quiero que te arrepientas. Y por eso te beso.

lunes, 28 de febrero de 2011

SIN RUMBO

Llevo conduciendo durante horas. Después de discutir con ella salí con mi coche a perderme en la noche, conduciendo sin rumbo. Ya ni se donde estoy. Acabo de darme cuenta de algo, es la tercera vez que paso por este punto, sin embargo no tengo la sensación de estar dando vueltas ni de haber dado ningún giro. Sea como fuese está claro que me he perdido. Y de pronto oigo sirenas de ambulancias, bomberos y policías. Allí al fondo lo veo. Hay fuego y luces de colores. Las luces provienen de los coches oficiales, el fuego de un coche accidentado. Detengo mi vehículo delante del siniestro para satisfacer mi morbosa curiosidad. Al principio no comprendo nada. Poco a poco voy entendiendo. Es mi coche el que está envuelto en llamas y soy yo el que está tendido en el suelo a unos pocos metros del coche y a quien tratan de reanimar los enfermeros de la ambulancia. Arranco de nuevo mi coche sabiendo que todas esas maniobras de reanimación no servirán de nada y continuo conduciendo.

jueves, 24 de febrero de 2011

SERIE NEGRA

Como fuente de inspiración para este cuento he usado el tema Serie Negra del grande Nacho Vegas extraído del disco El Tiempo de las Cerezas, grabado con el otro grande Enrique Bunbury


1.
Es algo que se viene repitiendo prácticamente desde siempre. Hace ya meses que no escribo una sola historia. Si bien en mi vida se han alternado periodos de productividad eficaz y eficiente con periodos de absoluta ausencia creativa, estos últimos son muchos más largos y desesperantes. Solo hay que mirar el folio en blanco sobre mi escritorio para averiguar que toca. Escribo unas cuantas palabras vacías, sin sentido, banales. Hago una bola con la hoja donde he escrito y que llena ya una papelera, que llena ya un cubo, que llena ya un contenedor, que llena ya un camión de la basura, que llena ya un vertedero... montañas y montañas de falta de inspiración. Me rindo por hoy. Es la hora en la que en las calles de la ciudad solo hay gente rendida y decido unirme a ellos. Y es uno de ellos el que me da la idea. "Existe un hombre, un investigador, que resuelve casos, que encuentra cosas, si has perdido algo, aunque sea la inspiración, él la encontrará". Sonrío. Asiento. No se qué mezcla extraña he bebido esta noche y qué me hace pensar que es una estupenda idea ponerme en contacto con ese hombre.
2.
El investigador, se hace llamar Nacho, ha sido lo suficientemente sensato como para citarme por la tarde. Traté de cerrar la contratación de sus servicios anoche en cuanto supe de su existencia, le hablé de mi problema, de qué servicios solicitaba. Y él me respondió que me hablaría de sus condiciones al día siguiente, hoy, por la tarde, ahora, en una cafetería, aquí, delante de un café bien cargado, éste. "Está seguro de que quiere que me encargue de su caso". Asiento avergonzado. Ya sereno jamás pensé en que hubiera aceptado, es más, llegué a pensar de que todo formaba parte de un mal sueño, pero el caso es que está aceptando y ahora deseo ver a donde nos conducirá todo esto. "Mis condiciones son simples. Usted pagará todos los gastos derivados de la investigación, los grandes gastos se los consultaré pero seré yo quien decida que es un gran gasto. Al final de la investigación le haré una factura en base a lo costoso de mis pesquisas. Si decide abandonar la investigación yo decidiré cuanto cobrar. Y por último, lo más importante, no cometo actos delictivos, es más, si descubro que usted está metido en algo turbio mi obligación será denunciarle, y dependiendo de lo que sea tenga por seguro que lo haré. ¿Está todo claro?". Vuelvo a asentir, se ha explicado a la perfección. "No se preocupe, ahora, su inspiración, su musa, esta perdida, pero si existe, si alguna vez existió, la encontraré. Y cuídese, se le ve muy deteriorado".
3.
"¿Se burla de mi?". Nacho me mira fijamente. En su mano hay un expediente con una pegatina, y en ella está escrito mi nombre y el de una mujer a la que no soy capaz de ponerle cara. Niego con la cabeza como respuesta a su pregunta. "¿En serio no sabe que es lo que vengo a contarle? ¿Qué es lo que voy a mostrarle en este expediente?". Vuelvo a negar. "Claro que no, si lo supiera sería usted un tarado. En ese caso, esto es lo que hay, tengo dos noticias para usted. Una es mala, y la otra es peor. La mala es que su antigua alma, su musa, su inspiración, ya no le pertenece, está muerta. La otra seguro que la ha adivinado. Ahí fuera ya le están buscando. Era mi condición, si descubría que estaba metido algo oscuro le denunciaría". Por un momento le miro sin comprender. Luego comprendo de que me acusa. Por último comprendo que tiene razón y varios recuerdos vuelven a mi cabeza y se instalan en ella como si siempre hubieran estado allí. Mi alma, mi musa, mi inspiración está muerta y yo la maté. La maté porque eso hace que pueda seguir escribiendo, pero ese efecto dura poco y de pronto me veo sumergido en ese periodo largo de improductividad. Nacho lo ha descubierto. Y me ha denunciado. "Ya ha tenido tiempo de asimilar la noticia. Ahora debe irse, la policía está al llegar. Yo solo lo denuncio, pero no me pagan por entregarle, no olvide que es usted quien me debe pagar". Le entrego el sobre con sus honorarios, salgo por la ventana, aun en el alféizar le escucho decir "Ha sido un placer hacer negocios con usted" y huyo por la escalera de incendios.
4.
Llevo días alojado en un sucio hostal. Como mobiliario una cama y un escritorio y una papelera llena de bolas de papel arrugado con escritos vacíos de contenido. Me sorprende ser aun un proscrito ya que no he variado en nada mis costumbres. Solo he cambiado el lugar donde duermo y escribo. Pero sigo durmiendo y llenando mundos de bolas papel sin nada decente escrito en ellos y por las noches sigo consumiéndome en los mismos lugares en los que lo hacía antes. Si bien es cierto que a esas horas todo el mundo se consume y nadie sería capaz de reconocerme. Ahora mismo estoy sentado en uno de esos lugares rodeado de perdedores que lo son tanto como yo. Casualmente escucho decir al camarero que va a cerrar el bar unos días, que va a reformarlo. Decido proponerle un negocio. Antes de que cierre quiero organizar una fiesta en ese sitio, la noche antes del cierre, una fiesta privada. Estoy cansado de esta situación y he decidido tomar las riendas. Necesito volver a escribir.
5.
Llevo días organizando la fiesta. Asistirán todas las personas a las que he amado, todas las que alguna vez me han servido de inspiración, mis musas, hombres y mujeres. Todos. Pensé en usar el teléfono para llamarlos e invitarlos. Sin embargo me pareció mucho más romántico escribir esas invitaciones. Son las primeras hojas en semanas que no acaban en la basura y eso me alegra. Todas son enviadas por correo ordinario. Hoy es el día. Decido llegar tarde a mi propia fiesta, ser el último en llegar y verlos a todos ya reunidos. Cuando entro en el bar no veo a nadie. Asistirán toda las personas a las que he amado... me pregunto por un momento si de verdad he amado a alguien alguna vez. Todos están muertos. Murieron por mis manos. Ese acto me servía de inspiración. Se que la policía está al llegar. Y allí les espero. Tengo unas cuantas hojas de papel y un bolígrafo. Mientras espero escribo como un loco esta historia. Por fin ha vuelto mi inspiración. Pero quién ha muerto para que vuelva a crear. Al escuchar a la policía atrincherandose en la puerta del local lo entiendo. Aún no he matado a nadie pero alguien va a morir esta noche. La policía me pide que salga, pero no puedo hacerlo, he de resistirme, aun estoy escribiendo. Amenazan con disparar si no salgo, disparad si queréis, pero yo sigo escribiendo.



http://www.youtube.com/watch?v=F0vtT3aJaU4

EL CIEGO DE LA ONCE

El hombre empujó el carrito donde su hija dormía hasta la esquina. Allí estaba el ciego que día tras día le había vendido el cupón de la ONCE.
-¿Qué tal está hoy?
-Bien... y su hija... ¿No habla aún?
-Balbucea, nada más. Déme lo de siempre, ya sabe, un cinco.
-De acuerdo, pero... verá... necesito hablarle de algo. Invíteme a un café, le cuento y hoy no le cobraré el cupón.
El hombre vaciló un segundo. Pero no había desayunado aun esa mañana. Aceptó.
Ya en el bar, con dos cafés y una tostada, el ciego habló.
-Verá, ha ocurrido algo. Ayer, al ir a la oficina, quise improvisar un nuevo camino. Pero mi memoria espacial me falla a veces, y sin ojos... pues ya intuye... me perdí. Llegué tarde y no pude devolver los cupones no vendidos. A veces pasa y, aunque es un jaleo, el caso es que se pueden devolver al siguiente día. Sin embargo, la cosa no acaba ahí, al escuchar en casa el sorteo por la radio... Tengo tres cupones del número premiado. ¿Se lo puede creer? Son unos cuantos millones, de las antiguas pesetas, claro...
-Enhorabuena... parece que al final debería ser usted quien invite al café, ¿no le parece?
La niña, su hija, se revolvió en el carrito, pero siguió durmiendo. Nadie se dio por enterado. El ciego buscó con sus manos el café. Bebió un sorbo. Con las manos, de nuevo, buscó un lugar donde volver a dejar la taza. Continuó.
-Pues verá, no es tan sencillo. Ahora que lo dice, aun no voy a poder invitarle. Como le dije, tengo los cupones por una irregularidad. No puedo cobrarlos.
-Pues vaya... y qué piensa hacer.
-Ya lo estoy haciendo. Voy a  pedirle ayuda.
-¿Perdón? ¿Cómo puedo ayudarle?
-Cobrando usted el dinero. Usted compra un cupón cada día. En realidad nadie sabe que compra solo uno. Podría comprar dos, o cinco, o tres, nadie lo sabe, nadie lo investigaría. Es lo habitual. Tan solo le darán la enhorabuena en el banco y le pagarán el dinero. Lo cobrará por mi. Por supuesto, le compensaré por ello.
-No es necesario que lo haga, de verdad, le haré encantado ese favor.
-Insisto en compensarle, sobretodo porque voy a pedirle mi parte por adelantado.
-¿Cómo?
-Quiero que me de una cantidad por adelantado- en ese momento el hombre se dio cuenta de que el ciego llevaba un rato jugando con un papel moviéndolo entre sus dedos. Se lo dio al hombre- quiero que me de la cantidad que figura en el papel. Yo le daré los cupones. Y usted podrá cobrarlos.
El hombre desdoblo el papel y leyó la cifra. La niña, su hija, volvió a moverse en el carrito. Tal vez tuviera un sueño inquieto.
-Pero esto es más de la mitad del premio...
-Usted no ha hecho nada, los cupones son míos.
-Lo se, pero... por qué tendría yo que darle nada, de hacerle el favor lo haría gratis, no necesito ninguna compensación.
-Verá, seamos sinceros, apenas le conozco, tan solo se de usted que me compra el cupón todos los días. No le conozco más que de eso, de venderle su cupón cada mañana. Nuestro encuentro diario no llega a durar ni 30 segundos de intercambio de palabras casi banales. En realidad prácticamente no se quien es usted. Es un completo desconocido para mi.
-No se fía.
-Por supuesto que no me fío de usted, ya sabe cual es el premio, es mucho dinero.
-Y entonces... ¿por qué me eligió?
-Es usted la primera persona a la reconocí como cliente habitual y ha venido sola a comprarme el cupón. Suerte, destino, según se mire. ¿No es lo que busca cada día al llevarse su cupón?
-Si, claro, además quiero ayudarle, y entiendo que no se fíe. Pero... lo que me pide es una cantidad elevada, no dispongo de tanto dinero.
-Sea sincero conmigo, por favor- parecía que el ciego le mirara- piensa que voy a timarle. A engañarle. Quedarme con su dinero. Pero no ha considerado todas las variables. En realidad me conoce más de lo que piensa. Le he vendido el cupón desde hace ya mucho tiempo. Puede localizarme en la ONCE. Allí pueden darle mis datos. Con el dinero que le pido sabe que no me compensa dejarle tirado. Sin embargo yo si tengo que pedírselo ya que no le conozco a usted, ni siquiera se donde vive ni como localizarlo. Además usted puede denunciarme si lo engaño, pero yo no puedo denunciarle a usted si se fuga con los cupones. ¿Lo entiende?
-Está bien, de acuerdo, no es un timo. Es cierto que desconfío, pero por otro lado soy sincero cuando le digo que no dispongo de esa cantidad de dinero.
-De acuerdo- el ciego se mostró comprensivo- le daré los cupones, vaya al banco, cobre el dinero, separe su parte y traiga la mía, yo esperaré aquí, con su hija.
-¿Pretende quedarse con mi hija como aval?
-Señor... debe entenderlo, necesito tener la absoluta seguridad de que va a volver. No entiende lo importante que es para mi. Le explicaré. Soy ciego desde muy pequeño. Me he enterado que hay un tratamiento experimental de momento ilegal. Tan ilegal que para que se me practique debo de conseguir por mi cuenta unas corneas en el mercado negro. Con ese dinero, con mi parte, podré pagar las corneas. Con ese dinero podré ver. ¿Entiende lo importante que es para mi?
Hubo un silencio. Al fin el hombre habló.
-Está bien, lo haré.
Casi una hora después el hombre salió del banco con una bolsa de deporte cargada de billetes. Aunque no dudo casi por ningún momento de la historia del ciego sintió una gran liberación cuando cruzó la puerta de la entidad bancaria con el “botín”. Entró en el bar con único pensamiento en la cabeza. En realidad no le hacía falta el dinero. Renunciaría a su parte. Es más, había decidido no comprar nunca más el cupón de la ONCE, todo estaba bien en su vida tal y como estaba y la ilusión de un premio ya no le emocionaba. No necesitaba ese cupón, no necesitaba la ilusión, no necesitaba el premio. Y de pronto el hombre se volvió tan ciego como el ciego. O como si se hubiera vuelto. Porque por mas que miraba no fue capaz de ver al ciego. Por supuesto, tampoco a su hija.