ATENCIÓN

ATENCIÓN: la percepción requiere participación

miércoles, 20 de octubre de 2010

NIÑO ESCLAVO

El niñito inocente toma las tijeras de cortar cuero entre sus manitas y corta otra pieza. De vez en cuando mira la enorme puerta metálica de acceso a la nave. Tiene un plan al que lleva dando vueltas durante varios días y hoy lo pondrá en práctica. Mientras debe seguir trabajando en esa zapatilla. En su cabeza repasa mentalmente las acciones. Su estrategia es simple, pero esta se basa en la rapidez y en el efecto sorpresa, debe ser preciso. Y de pronto los grandes portones se abren y el hombre entra con las bolsas de la comida para él y el resto de los infantes trabajadores. El niñito aprieta con fuerza las tijeras, mira de reojo, y, cuando el hombre pasa a su lado salta abalanzándose sobre el gigante y le clava el arma improvisada en el cuello. La sangre salpica al chico en la cara. El hombre cae. El pequeño grita a sus compañeros. Estos no saben que hacer y en un principio sólo observan la escena sorprendidos. Y es cuando comprenden lo que acaba de ocurrir cuando tiran sus herramientas y salen corriendo. El niño con la cara salpicada es el último en salir. Mira con desprecio al hombre que permanece tendido escupiendo sangre, aun con los ojos abiertos, y en ellos una dulce mirada que el niño no es capaz de descifrar. El niño sale. Al principio debe esperar a que sus ojos se acostumbren a la luz. Pero cuando consigue ver el nuevo mundo que tiene ante si este se derrumba con violencia. Una imagen apocalíptica bombardea sus retinas. Y aunque aun es un niño es capaz de comprender, ahora y solo ahora, la dulce mirada del hombre. Ya no hay mundo fuera. La guerra lo ha destruido todo y ya no queda nada. El hombre, ahora moribundo y que va a dejar de ser hombre, prefirió mantener a los niños esclavos y con esperanzas de libertad que liberarlos a un mundo inexistente y desaparecido. Quizás no fue la mejor solución, pero fue una de tantas. El niñito gira sobre si mismo, regresa dentro de la nave, pasa al lado del hombre, que ya no es hombre, se sienta en su sitio, se limpia la sangre de la cara con la manga raída de su camiseta, toma las tijeras de cortar cuero entre sus manitas y corta otra pieza. Debe seguir trabajando en esa zapatilla.


3 comentarios:

  1. Estaba casi segura de que el niño se iba a clavar a él mismo al volver y finito, como ha pasado normalmente en muchos cuentos en pelis.. pero no.. finito del cuento e inicio de otra aventura. Imagino en dos posibilidades para el niño, ya convertido en un hombre: o seguir el camino del hombre odioso al que mata y sera matado por otro niño-hombre, o seguir en la zapatería solo, luchando solo con la guerra para subsistir, viviendo una vida rutinaria, y morirá solo, rodeado de las herramientas y materiales zapateros, o por la vejez, o por las rigurosas condiciones bélicas antes de llegar a ella. Por un momento siento pena por él. De hecho lo que más me gusta es la postura del niño-hombre al final. Madurez, con toda la calma del mundo. Un hombre deja de ser hombre y un niño deja de ser niño.
    De todas formas no estoy de todo convencida por el giro del cuento. Funciona muy bien lo de la guerra, pero daría más terreno al hombre para poder matarlo.

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  2. Curioso es, porque al pricipio tenía en la mente imágenes de los huerfanos explotados de Mali en quien slum dog, pero a la medida que avanzaba, ¿me contextualizo en un taller de zapatería de los nazis jejee. Sera por lo de la guerra.

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  3. Lo de la zapatería nazi no te vendrá por extraños viajecitos? Jejejejeje...

    Lo cierto es que mi intención era que la guerra, la explotación infantil, incluso el niño fueran excusas para contar una historia completamente diferente, a veces recurrente en mi, y es la de la maldad aparente. El hombre mayor parece que es un p**o explotador, y es odiado por ello, sin embargo no es tan malo como parece. Es solo una persona que no fue capaz de confesar una verdad por miedo a hacer daño. De hecho él no se beneficia de esa situación. A quien va a vender las zapatillas si no hay mundo fuera. Tal vez podría haber sido resuelto de otro modo, pero eso ya son elecciones personales. Y las consecuencias de esa maldad aparente no son otras que el daño del hombre-foco de esa maldad, en este caso la muerte. Es una historia sobre la historia de siempre... nada es lo que parece. Una historia sobre ese beneficio que casi nunca o nunca se concede, el beneficio de la duda. Por eso, cualquier otro final hubiera desvirtuado el sentido de la historia, por eso yo necesitaba ese final y es el que la propia historia me pedía.

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