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ATENCIÓN: la percepción requiere participación

lunes, 2 de agosto de 2010

MILLONES DE PALABRAS

Para celebrar mis mil primeras visitas publico uno de mis cuentos favoritos... Dicho cuento surgió en un taller de contar historias a partir de un poema de Jacques Prevert (desayuno) el cual incluyo al final del post...

MILLONES DE PALABRAS

La puerta de la cafetería se abre. Él entra. Con paso lento, pero firme, llega a la barra. Mira a lo largo de ella como buscando a alguien. No es así. El camarero se acerca. Hablan, él sonríe, como si tratara de ligar, o como si quisiese dar celos a alguien. Si es eso, sabe que no lo consigue. El camarero se dirige hacia la máquina de café. Coge una taza grande. En el dosificador pone dos cargas. Prepara el servicio y se lo lleva junto con el café cuando éste está servido. Junto a la taza deja una pequeña lechera de metal. Él se gira, observa el local lleno de gente, casi todas las mesas, no todas, están ocupadas. Se vuelve sobre sí mismo de nuevo, sobre el café. Vuelve a sonreír al camarero y éste le devuelve la sonrisa, como si tratara de dar celos a alguien. Si es eso, sabe que lo consigue. Él se sirve la leche, el azúcar, remueve con la cucharilla y se quema los labios por la precipitación. Respira hondo. Toma su taza y se acerca hasta mi mesa. Se sienta en la silla libre. Respira. Ya no sonríe. Está como ausente. Ni si quiera mira ya al camarero. De su abrigo, que ni si quiera se ha molestado en quitar, saca un paquete de tabaco de liar. También papel, también un mechero. Sin decir nada se lía un cigarrillo, lentamente, concentrado. Muy concentrado, o al menos eso trata de aparentar aunque no está seguro de para quien. Lo enciende, da un par de caladas, sus labios juegan con el humo. Apura el café, ya está casi frío. Posa la ceniza en el cenicero y deja también el cigarrillo. Se levanta. Mira hacia la puerta. Se va. Me imagino con la cabeza en mis manos, llorando, pero no lo hago. En cambio agradezco que no haya montado un numerito, hay demasiadas personas en la cafetería y siempre llama la atención ver a un par de maricones discutiendo. No sé si volverá a su vida heterosexual, o seguirá siendo un gay reprimido oculto bajo una fachada de bisexualidad. Sólo sé que en cualquiera de las vidas que elija yo no estaré. Eso me entristece y a la vez me alegra. Pienso en nuestra relación y me doy cuenta de que este encuentro en esta cafetería lo resume a la perfección. Él entra, y sin apenas mirarme, sin ni siquiera hablarme, se va. Se va sin pronunciar una palabra.




Dejeuner du matin

Jacques Prévert (1900 - 1977)


Il a mis le cafe

Dans la tasse

Il a mis le lait

Dans la tasse de cafe

Il a mis le sucre

Dans le cafe au lait

Avec la petite cuiller

Il a tourne

Il a bu le cafe au lait

Et il a repose la tasse

Sans me parler

Il a allume

Une cigarette

Il a fait des ronds

Avec la fumee

Il a mis les cendres

Dans le cendrier

Sans me parler

Sans me regarder

Il s'est leve

Il a mis

Son chapeau sur sa tete

Il a mis

Son manteau de pluie

Parce qu'il pleuvait

Et il est parti

Sous la pluie

Sans une parole

Et moi j'ai pris

Ma tete dans ma main

Et j'ai pleure.



Desayuno


Echó café

en la taza.

Echó leche

en la taza de café.

Echó azúcar

en el café con leche.

Con la cucharilla

lo revolvió.

Bebió el café con leche.

Dejó la taza

sin hablarme.

Encendió un cigarrillo.

Hizo anillos

de humo.

Volcó la ceniza

en el cenicero

sin hablarme.

Sin mirarme

se puso de pie.

Se puso el sombrero.

Se puso el impermeable

porque llovía.

se marchó

bajo la lluvia.

Sin decir palabra.

Sin mirarme.

Y me cubrí

la cara con las manos.

Y lloré.

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