ATENCIÓN

ATENCIÓN: la percepción requiere participación

jueves, 5 de agosto de 2010

EL MONSTRUO


1ª parte: El Monstruo


Sí, soy un monstruo. Una vez maté un gato, a pedradas. Éramos muchos niños. Todos tirábamos piedras. Yo lancé dos. Una no le dio. De eso estoy seguro. La otra no lo sé. El gato había caído y reinaba la confusión. No sé si mi piedra le golpeó. Eran muchas sobrevolando un blanco casi inmóvil. Así que no sé si le alcanzó. No estoy tan seguro. Quizá no le maté. Mis piedras, quizás, ni tan siquiera le tocaron. Pero yo estaba allí. Eso me hace igual de culpable. Me hace un monstruo.


2ª parte: El Engaño


-Ha sido genial.

-¿Tú crees?

-¿Por qué dices eso?

-He fingido.

-¡Anda ya!

-Es cierto.

-Yo también lo he hecho.

-Lo sé.

Silencio. Luego risas.

-Te quiero.

Silencio.

-¿Por qué nunca me dices “te quiero”?

-No lo sé.

-Pero me quieres.

-Sí.

-Pero no me lo dices.

-A veces pienso que si lo digo muchas veces perdería su significado.

-Pero no quiero que lo digas muchas veces. Sólo de vez en cuando. Sólo alguna vez. Sólo una vez.

Silencio.

-¿Yo lo digo muchas veces?

-No, por supuesto que no. Me gusta las veces que me lo dices.

-No entiendo por qué no eres capaz de confiar en mí.

Silencio. Pérdida de contacto visual. Silencio.

-Creo que si no confías en mí es porque tú tienes motivos para que no se pueda confiar en ti.

-No es eso.

-¡Entonces que es!

Silencio. Recuperación del contacto visual. Silencio.

-Me fastidia que conmigo te comportes así, que en nuestra relación camines siempre con esos pies de plomo. ¿Por qué no eres capaz de dar rienda suelta a tus sentimientos? ¡Que fluyan! Iría mejor. Lo vivirías todo con más intensidad.

-Ya lo hice una vez y me hicieron daño.

-Pero ahora es diferente.

-Lo sé.

-¿Y entonces?

-Antes di demasiado. Y me perdí muchas cosas. Ahora no quiero que pase.

-Nunca he querido que dejaras de hacer nada por estar conmigo.

-No es eso. No es que prefiera hacer otras cosas a estar contigo.

Silencio. Silencio. Silencio.

-¿Qué es lo peor que podría hacerte?

-No lo sé. ¿A qué te refieres?

-A algo que no pudieras perdonarme.

-Creo que podría perdonártelo todo.

-¡Venga ya! Algo tiene que haber

-No lo sé... que me engañaras, tal vez.

Silencio.

-Pero creo que podría perdonarte. Me han engañado otras veces, ¿sabes? Y he sido capaz de perdonar. Pero sólo lo haría si me lo contaras. No entendería que no me lo dijeras. Debes decírmelo.

-¿Por qué? ¿Por qué querrías saberlo?

-Por comprender, por justificar. Si me entero por otros motivos no habría modo de justificar nada. Pero reconocerlo, al contarlo, al contarlo, lleva consigo una explicación. Si la entiendo podría perdonar.

Silencio.

-¿Me has engañado alguna vez?

Silencio.

-¿Me has engañado alguna vez?

-Bueno...

-¿Bueno qué? ¿Qué quieres decir?

-No fue exactamente engañarte.

-No te entiendo.

-Sí, estuve con alguien.

-Cómo, quién, cuándo.

Silencio.

-Cuando.

Silencio.

-¿Antes de estar conmigo? ¿Salías con alguien cuando nos besamos la primera vez? ¿Después? ¿Hace mucho? ¿Poco? ¿Cuándo?

-Después de que nos besáramos la primera vez. Poco después. No estábamos saliendo. Tu y yo sólo nos enrollábamos.

-¿Y cuando se supone que comenzamos a salir?

Silencio.

-Quién es.

-No me hagas esto.

-Quién es.

-Es mejor que no lo sepas.

-Le conozco.

-No, creo que no.

-Pero tú si lo conoces.

-Trabajaba conmigo, pero ya no lo hace.

-Sí, sé quien es. ¿Os acostasteis?

-Sí.

-Una vez.

-No.

Silencio. Silencio.

-¿Has vuelto a salir con él?

-Nunca salí con él.

-¿Has vuelto a enrollarte con él, a acostarte con él?

-No. Déjalo ya. ¿Por qué me haces esto?

-Necesito saber más.

-Estás temblando. Ven aquí.

-Necesito saberlo todo. Cuándo paso, cómo pasó, dónde pasó... todo. Necesito saber la verdad.

-¿Por qué? ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué necesitas saber la verdad?

-Porque soy un fan de la verdad. Porque la verdad me hace un ser humano. Porque la verdad me diferencia de los monstruos.

-Te prometo que si pasara de nuevo te lo contaré. Te prometo que hablaremos de esto si quieres. Te lo prometo. Pero ahora no.

Silencio.

-Lo siento.

Silencio.

-Te quiero.


3ª parte: La Ruptura


Mi corazón me pide que te perdone. Pero mi cabeza me pide que te deje. Tenías razón. La verdad, esta vez, no me ha ayudado.

Antes me habían engañado. Y había sido capaz de perdonar. Pero ahora ha sido diferente. Contigo he tratado de ser la mejor persona del mundo. He tratado de portarme bien. He tratado de ser un buen amigo, una buena pareja, un buen amante. Y he cometido errores. Y no todo ha salido como esperaba. Y nunca me arrepentí tanto de los errores.

Y aún así me has hecho daño. Te lo he permitido todo y me has hecho daño. Otras veces no era así. Y el daño que podían hacerme podía estar justificado. Esta vez no. Por muchas vueltas que le he dado... contigo no he encontrado justificación alguna. Estoy dolido, herido. No puedo tocarte, no puedo ni mirarte, mucho menos como lo hacía antes. Sé que no se debe dejar a alguien a quien todavía se quiere. Pero yo voy a hacerlo. Voy a dejarte. Por todo, no sólo porque me hubieras engañado y mentido. Es por todo. Me cansé de quedarme con las migajas de tu tiempo. He perdido la ilusión de estar contigo.


4ª parte: El Monstruo


He pagado a esa puta y no me la he podido follar. Simplemente no se me levantaba. Estaba un poco confuso. Hoy recibí una carta. Ella se había suicidado. Tal vez el conjunto de cosas me han distraído. La puta se rió. Bromeó con que no iba a devolverme el dinero. Me da igual la pasta. Pero ese comentario me hirió y me hizo comprender donde estaba y por qué estaba allí. Tuve asco de mí mismo y la golpeé. La golpeé varias veces. La maté. Tal vez todo estaba justificado. Pero yo estaba allí. Eso me hace igual de culpable. Me hace un monstruo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario